Yo ya no lo sabía todo, pero aún era libre… así lo creí al menos. Si quería podía volver a saberlo todo y volver a quedarme “quieto”, pero ahora había algo que me gustaba en mi nueva condición: era la CURIOSIDAD por saber qué había dejado de saber. Era una cosquilleante sensación. Entonces decidí a descubrir el misterio y volver a saber lo que había “olvidado”. ¡Qué hermosa sensación! Piensa, por favor hazlo, de veras hazlo: piensa en alguna vez en qué tuviste una incógnita, un misterio. Por ejemplo, cuando te presentaron a una amiga o amigo o cuando sentiste algo raro y no sabías que era o en cualquier otra ocasión en tu vida. Ahora recuerda… no… mejor, evoca, revive el momento en que ese misterio fue develado en qué descubriste el por qué. ¿Qué sentiste?
Fíjate que cuanto mayor, más profundo en el misterio, mayor era la sensación de placer y satisfacción al develarlo. Bien esa etapa de mi existencia era una sensación muy parecida al orgasmo.
Entonces comencé a decidir, a postular no saber, luego saber, no saber, saber, no saber… Era como una masturbación cósmica del saber. Hasta que decidí NO SABER CÓMO VOLVER A SABER.
ESA FUE MI RUINA