Una de las cosas que supe era que no estaba solo. Había otros, además del Infinito y de mí mismo, que habían decidido SER. Pero el Infinito es TAN grande que había espacio para todos. En esos juegos de saber-no-saber comencé a jugar con “los otros”. Junto con otro delimitábamos un espacio y uno y el otro “escondíamos” algo, es decir decidíamos no saber algo dentro de ese espacio. El otro intentaba descubrir que había escondido uno. Ganaba el primero que descubría el misterio, luego el otro mostraba lo que había escondido. Era divertido… hasta que un día el otro decidió no mostrar lo que había escondido. Entonces uno se quedó con el misterio.¡Aaaaaayyy!