DESCONTROL.
Sí, descontrol. Si dejo la partícula en poder del otro, entonces ya no es más mi voluntad la que mueve esa partícula, por lo tanto ya no sé a dónde va a ir y mi atención queda fija, como atrapada, tratando de seguir, predecir y acompañar el movimiento de la partícula y de pronto… ¡zas! el otro deja de crear la ilusión de la partícula y yo experimento una desilusión. Interesante el origen de ese sentimiento, ¿no? Junto con la desilusión está la pérdida, que no es otra cosa que la pérdida de la creación, a la que sigue la pérdida del control, a la que sigue la pérdida de la esperanza (que era ese “seguir, predecir y acompañar” el movimiento de la partícula). Por eso se dice que la esperanza es lo último que se pierde. (¡Oh! si el otro volviese a crear esa partícula… ¡Necio! fuiste tú quien primero la creó…)