El baño del fondo

Una tarde, una vecina llamó a mi mamá para quejarse que el baño del fondo estaba sucio, y que pensaban que era yo quien orinaba en el suelo o en el borde donde se apoyan los pies.

Para que entiendas el contexto, debo aclara que no era un baño como los que conocemos: en realidad era una letrina, sin inodoro, ni pileta, mucho menos bidet.

Era exactamente como esa.

Y ahí fue la primera humillación que recibí en mi vida: la vecina exigió que mi mamá me lleve a orinar en la letrina, para ver como yo lo hacía, si es que mojaba fuera del agujero.

Recuerdo que yo no tenía ganas de orinar, pero igual me obligaban a intentarlo, porque además de la vecina, había otro vecino, entonces con to de ese público la vergüenza era aun mayor. Yo les decía que no podía, que «no me salía», pero ellos me ignoraban y me presionaban, hasta que vieron que realmente no podía, entonces me dejaron ir. Ni me acuerdo si mi mamá me defendió o explicó que yo NUNCA usaba ese «baño». Sólo sé que salí de ahí humillado y deprimido. Con 3 años de edad.