Mi papá tenía una radio, un «superheterodino», una de las primeras radios con cinco válvulas de vacío, por eso también lo llamaban «Super Cinco».

Con ella escuchaba generalmente a Ariel Delgado, en «Su voz en la noticia», un programa de Radio Colonia, de Uruguay, que narraba las peores noticias policiales con ese tono sensacionalista que atrae a muchos… del tipo de persona como mi papá era.
Como no funcionaba la perilla de la radio que permite cambiar la estación, mi papá usaba un palito para mover el «tándem», que era el sintonizador (un capacitor variable que permitía cambiar la frecuencia que era captada por la antena, que era un pedazo de cable que colgaba de la parte de atrás de la radio). El tándem es así:

Para usar el palito, lógicamente, la tapa trasera de la radio, que era la protección para no tocar partes metálicas ni ninguna parte de su circuito, había sido quitada.
Cabe señalar que había dos tipos de circuitos: uno, más moderno, que tenía un transformador para separar los 220 volts del suministro domiciliario de electricidad, del chassis de la radio, lo cual impediría que una persona llevase una descarga por tocar accidentalmente el mismo, o inclusive los tornillitos que sujetaban las perillas en el frente, pues ellos la apretaban contra un eje metálico que estaba en contacto con el chassis.
El otro tipo de circuito era más burdo, usaba directamente los 220 volts y, como sabemos, uno de los dos cables que llevan corriente eléctrica a los enchufes de la casa es el «vivo», o «polo vivo» y el otro es el «neutro». En las conexiones modernas existe un tercer cable que debe estar conectado «a tierra» (literalmente), para mayor protección de las personas. En aquella época NO existía la conexión de «tierra», y en aquel tipo de radio, como el que mi papá tenía, sin transformador, el riesgo era constante.

Y… ¿no es que ahí va el niñito curioso a tocar la parte de atrás de la radio?.
Sí, la «patada» que recibí me hizo ver estrellas. Literalmente.
