Cuando tenía seis o siete años y ya nos habíamos mudado de esa casa, una vez le pregunté a mi mamá, que tomaba mucho mate y también me daba para tomar, que cuántos años yo tenía cuando tomé el primer mate, porque yo me acordaba perfectamente de ese momento y la escena que fue.
«¿Años? – Exclamó mi mamá. -«¡Tenías seis meses!» me dijo sorprendida.
Resulta que me acuerdo con detalles que estaba presente Doña Eugenia y mi tía «Tatata», que en aquel momento también vivía ahí. Eugenia con un vestido azul de lunares blancos. Era muy llamativo para mí.
Entonces mi mamá me acercó la bombilla del mate y yo comencé a chupar. El agua estaba tibia (para no quemarme) y enseguida lo tomé, haciéndolo sonar cuando llegué al final. En ese momento Eugenia, mi tía y mi mamá gritaron al unísono «¡Ay, qué amor!»
Fue mi debut de mi larga etapa de matero, hasta grande, cuando el mate empezó a darme acidez estomacal y dejé de tomarlo.
