Cuando cumplí 3 años me hicieron una fiestita en la casa de mi tío Herminio. Ahí hubo na torta con una casita de obleas encima, que llevaron para nuestra casa en Cabrera.
En una siesta (sí, siempre a la hora de la siesta) yo tenía muchas ganas de comer esas obleas, así que fui a la heladera Siam 90 que teníamos, abrí la puerta y ahí estaba, tentadora la torta con la casita de oblea. Era más simple que la de la foto y la casita más pequeña, pero es para que tengas una idea.

Entonces, yo arrancaba una oblea del techo, cerraba la puerta de la heladera, iba para el medio de la sala, miraba para todos lados para ver que nadie estuviese cerca… y me zampaba la oblea.
Después, me daba ganas de comerme otra, así que repetí todo el proceso. Y más otra vez.
Cuando mi mamá vio lo que le faltaba a la torta, me preguntó si había sido yo, le dije que sí, pero no me regañó.
